Llevo tantos días postergando esta reseña que tengo miedo de haberme olvidado de lo que leí. Demasiadas cosas a la vez que contar y a la par, nada. Muy en la línea de Murakami, ahora que lo pienso. En cualquier caso, lo que sí os puedo decir es que el tipo sabe cómo hacer continuaciones. Al menos en este caso.
No me he leído aún (al día que haya escrito esto) 1Q84, que es una trilogía, ni La muerte del comendador que son dos libros. De hecho, son los que me faltan para haber terminado con toda sus novelas y estoy retrasando el momento para no quedarme huérfana literaria, pero por el momento, os digo, y ya rectificaré si se da el caso, que Baila, baila, baila es la continuación que todos necesitábamos para La caza del carnero salvaje.
Mientras que el anterior es más realista mágico, este es más realista, a secas. Aunque por supuesto hay toques, reminiscencias de esa magia que evoca al pasado del protagonista. Gracias a eso puedo deciros que los leáis en el orden que os dé la gana, no se altera el producto, como dicen. Porque en este caso, ni él mismo sabe lo que busca, aunque está seguro de que busca algo.
La búsqueda del carnero le ha dejado resacoso y muchos años después, el protagonista sin nombre siente que tiene que volver a Sapporo, al Hotel Delfín, porque hay una mujer que llora por él y necesita reunirse con ella. Así que como está acostumbrado, deja su trabajo y allá que va.