Dosis de descafeinado en «Presas»

La lucha por garantizar la libertad individual es un tema infinito que se presta a reinventarse en todos lo géneros y todos los contextos. Una situación universal y exportable con la que cualquiera puede como mínimo, empatizar. Desde las concepciones más abstractas, hasta lo que encontramos en esta historia, el lector tiene muy fácil el implicarse con los personajes a los que por distintas circunstancias de la vida, están encerrados por error. O si no es por error, de forma injusta. Si además, se le añade una experiencia personal de la que echar mano, Presas, de Beatriz Esteban, puede convertirse en el tipo de proyecto con un claro futuro brillante.

La media española de encarcelación femenina se encuentra en el 7,4% de la población reclusa. Los dos relatos más repetidos en dicho porcentaje se encuentran en las drogas y una vida marcada por los abusos, los dos ejes principales que rodean el motivo por el que Azahara está encerrada en el módulo de madres, con la cuenta atrás de que le arrebaten a su hija a los tres años para caer en manos de un padre manipulador, maltratador, alcohólico e irresponsable en todas las dimensiones posibles. Por su parte, Leire ha tomado una decisión con la que piensa seguir hacia delante a pesar de que su familia no esté de acuerdo: ir de voluntaria con su grupo religioso en la cárcel donde se encuentran Azahara y sus compañeras.

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El absurdo del fin del mundo: «Asfixia»

“Libros” exitosos con millones de lecturas en Wattpad hay muchos. Se me ocurren unos cuantos títulos de entrada que aunque no se viralicen, han acumulado unas estadísticas que son la envidia de todos los escritores que ingresan en la plataforma pensando que esto será la puerta que les lleve al estrellato (risas entre nerviosas y malévolas). Me atrevería a decir que el 90% tienen un punto en común: pasan por las retinas de sus lectores sin pena ni gloria. Leen, acaban, se van a por otro boxeador, otro jefe capullo, otro escritor sexy pero vulnerable, otro rico arrogante u otro mafioso atormentado. 

De todos esos éxitos, muy pocos consiguen resaltar en el “mercado” de Wattpad y construir una personalidad alrededor. Los que lo logran son éxito asegurado y sí, puede que tengan sendas posibilidades con las que garantizarle a su autor poner la patita (o media patita) en el mundo de las publicaciones en papel. Del estrellato ya… Lo dejamos para otro día. Cómo lograr que tu historia sea popular y tenga popularidad eso ya es una relación que todavía no he desvelado; tiempo al tiempo, pero del libro que os voy a hablar ahora sí puedo deciros que es el ejemplo máximo de lo que acabo de explicar.

La autora es uno de esos usuarios que ha sabido diferenciarse y resaltar entre toda la marea. Cuando ves una portada o lees una sinopsis sabes que es suyo sin haber leído una letra de lo que ha escrito (me ha pasado). Es una especie de magia negra que no sabría especificar ahora mismo pero lo que es seguro es que los libros de Álex Mírez son apuesta segura y eso las editoriales lo sabrán, supongo, porque los números hablan por sí solos. De los seis que tiene, solo uno no ha alcanzado todavía el millón, dadle tiempo.

El más famoso por el momento me lo he leído a medias, supongo que no podré evitar hacer alusiones a él en esta reseña. Es mi libro de distopía cómica favorito -sí, estoy hablando de Perfecto Mentiroso-, pero con todo el dolor del corazón, vengo a hablaros del que ha publicado… (añadir expectación) ¡Nova Casa Editorial! hace no sé cuánto y no voy a buscarlo ahora que me da pereza.

Se llama Asfixia y creo (creo) que es el primer libro que escribió, la plataforma me dice que ahora mismo tiene los 5 millones y medio de lecturas pero no se puede leer en Wattpad, así que habría que sumarle todas sus ventas. Vamos, que es famoso de pelotas y sí, ahora mismo tienes que pagar por él si quieres leerlo (o no), así que ya sabéis. Si pagas, PIDES pero antes de meternos en este rollo de valorar si lo recomiendo o no lo recomiendo, de qué va y todas esas vainas quiero hacer un paréntesis pequeño.

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¿Es «Los años de peregrinación del chico sin color» de los pocos libros juveniles de calidad?

Si uno coge la bibliografía de Haruki Murakami y ordena cronológicamente sus obras, se puede dar cuenta al momento de que sigue un patrón muy evidente (porque él ama los patrones y la rutina): suda y trabaja en un libro trascendental, en una novela redonda y después, escribe algo facilito, como un «descanso» después de haber sido exprimido. ¿Será ese su secreto? El intercalar. 

No lo sé, pero tras escribir El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas en 1985, hizo Tokyo Blues (Norwegian Wood) en 1987. En 1988 Baila, baila, baila y en el 92 Al sur de la frontera, al oeste del sol. Sputnik, mi amor, de 1999, salió cuatro años después de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

Entonces, escribe Kafka en la orilla, un libro que aspira al Nobel (y todos creíamos que se lo iba a llevar, igual que pensamos en Mishima que ya había hecho hasta una fiesta) y After Dark, no comparable con el anterior, pero tampoco digno de añadirlo a la lista de sus obras sencillas y luego, se atreve con la trilogía de 1Q84. ¿Qué pasa? ¿Murakami estaba en una racha? 

Pues no lo sé, pero después de llevarse tan al límite (bien es cierto que es su especialidad, tanto mental como físicamente), apareció Los años de peregrinación del chico sin color, su segundo libro más reciente tras la escritura de La muerte del comendador, y uno, solo con ver la sinopsis y la longitud, ya empieza a sospechar que nos encontramos aquí ante otra obra de como yo llamo: «salseo que mueve el mundo». ¿Nos equivocamos? Sí y no.

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