No es clasismo, es ficción: «Los asquerosos»

Madrid y Barcelona son los dos nombres más atractivos para todos los jóvenes de provincia que en sus delirios de grandeza creen que necesitan estar en el epicentro del asunto para no perderse nada. A lo que alude el término asunto solo Dios lo sabe pero el misterio debe de ser efectivo porque cada año las dos ciudades se colapsan más y más, tanto como suben los alquileres y el resto de España se vacía. Manuel y Santiago Lorenzo son parte de la resistencia.

Los asquerosos es un libro que ha alcanzado mucha popularidad, no tengo ni idea si por sorpresa o no, porque no estoy muy puesta en tendencias. La cuestión es que reseñas de este libro y muy profesionales se pueden encontrar a golpe de enter en Google. Tan profesionales que al final, uno no sabe si se encuentra aquí ante algo que merece la pena leer o la última víctima de los bohemios cultos que coleccionan los suplementos del fin de semana para dejarlos a la vista de sus ligues el sábado noche.

Lo que a mí me ha quedado claro es que a este libro le rodea la ironía, porque me encantaría saber lo que Santiago opina al pensar que entre esos 700.000 ejemplares vendidos alguno ha sido para algún lector mochufa. Premeditado o no, a Los asquerosos le rodea un aura muy en sintonía con el propio relato de la vida de Manuel. ¿Quién es Manuel? 

Manuel es un tipo muy normal desde que era bien pequeño. Le gusta hacer las cosas siempre por lo legal y aspira a tener vida social y un trabajo que le sirva para mantenerse en un zulo de la calle Montera. Si de paso le da para comprarse una churrera, pues oye, qué genial. Lo que pasa que tiene la mala suerte de vivir en esa calle de Madrid por la que pasan todos los antidisturbios con la porra en alto y cuando las cosas se tensan, uno no sabe por dónde le vienen. Manuel no supo por dónde le venía y tiene la mala pata de acuchillar a un antidisturbios con un destornillador. Oremos. 

No tiene más remedio que huir con lo puesto y pedirle ayuda a la única persona con la que mantiene contacto porque Manuel muy sociable la verdad es que no es. Esa persona es su tío, el único familiar con el que se habla más o menos a menudo, un señor igual de entrañable que el propio Manuel; paradito, sencillo y aspirante a vivir tranquilo. Entre los dos se arman una coartada y logran ocultarle en un pueblo abandonado para que no lo lleven a la cárcel por un malentendido. 

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En ese pueblo abandonado, Manuel tendrá que sobrevivir con una pequeña compra del Lidl y una colección de clásicos de la editorial Austral. Sin luz, sin agua corriente, sin calefacción, sin ninguna comodidad urbanita y por supuesto, sin churrera. Será su tío quien nos cuente todas las novedades de Manuel porque él estará demasiado ocupado adaptándose a la vida en soledad a la que le termina cogiendo más gusto del que se esperaba. 

Santiago Lorenzo hace un ejercicio de speech indirecto todo el tiempo, donde apenas hay un par de líneas de diálogo. Los asquerosos está narrado en prosa de principio a fin y lejos de parecer algo estático o aburrido, el ritmo es fluido, dinámico y podría decir que lo que yo aspiro a llamar perfecto gracias a su estilo narrativo, donde además de incluir el tono irónico juega con un vocabulario extensísimo a los altibajos y define al personaje del tío de Manuel en su forma de hablar, sin falta de que diga algo sobre sí mismo.

El autor viene del mundo audiovisual, se hizo cargo de dirigir, si no me equivoco, uno de los anuncios de la Lotería de Navidad en España y que ha estudiado para comunicar a través de las imágenes es algo que queda en evidencia apenas lees unos capítulos. Porque ha hecho una película al estilo Robinson Crusoe en España. La prosa y el estilo que algunos han criticado como pedante y que en lo personal, me parece de gente demasiado acomodada en su zona de confort comercial, ayudan a hacer una película donde cada director es el propio director de la puesta en escena de la vida de Manuel.

Si algo define esta novela, esa es la elegancia con la que se expone la crítica a la España rural y a la España urbanita que acude a la rural “para desconectar” de la ciudad porque se sienten agobiados de tantas posibilidades de consumo. Pero no os creáis que van a levantarla, no. Van a destrozarla con sus váteres inteligentes y sus termostatos a distancia. Eso es lo que más le molesta a Manuel y a muchos como ellos que se terminan por ver obligados a unirse a una emigración forzosa a costa de una lenta agonía.

Los asquerosos es una historia muy bonita que a saber por qué le ha caído en gracia al lector medio pero que es mucho más que entretenimiento. Es un grito de resistencia que ya encontramos en una tarjeta de Santiago dentro del libro, donde nos dice que él no tiene redes sociales pero que nos agradece haber confiado en él. A pesar de que los personajes que rodean a Manuel y a su tío son caricaturas de lo que nos podemos encontrar todos los días por la calle Preciados, en concreto, los propios Manuel y su tío son dos personajes muy bien perfilados, muy verosímiles, que sin rozar lo soso ilustran a la perfección el tipo de persona gris que termina por entregar, resignado, el 70% de su sueldo en un alquiler de un zulo con apenas espacio para dormir.

En concreto, el tío me parece el mejor personaje. No en vano es el narrador. Es tan humano que resulta tierno. Sobre todo llegado el final, cuando se encuentra a su hijo… para hacer una cosa. He de admitir que además, no me esperaba para nada ese final agridulce que ha cerrado con el broche de oro a lo más entrañable y bonito sin que sea cursi. Me consta que este no es el mejor libro de Santiago Lorenzo, no he leído más de él, aunque si se presenta la ocasión, lo haré, pero si esto no es lo mejor que puede dar, desde luego ya es suficiente como para admitir que es de estos libros que pese a que no cuente nada trascendental, te llega a tocar la fibra sensible.

Otro de sus puntos fuertes es lo bien encajada que está la trama del policía sin caer en evidentes deus ex machina o casualidades demasiado convenientes. Ilustra muy bien el tipo de equivocaciones y desastres que surgen en las ciudades cuando actuamos más rápido de lo que pensamos porque nos gobierna ese estrés y esas prisas continuas, esa urgencia inexplicable la mayoría de las veces. Es una explicación “muy de andar por casa”, como es el libro y como son los personajes pero no por ello poco sólida o demasiado vaga. Aporta un granito más a los distintos tipos de ironía que nos encontramos en este libro. 

La ironía es sin duda el denominador común de todos los puntos en Los asquerosos. Una ironía tranquila, punzante, peligrosa pero hastiada de una persona que como Manuel ya no tiene que preocuparse de ningún drama del primer mundo, ni de comprar una churrera, solo de las cosas más importantes, como tener tiempo para uno mismo y estar a gusto con su persona, sin exigencia propias de una cultura movida por el consumismo y la superficialidades. Los asquerosos es ese libro que puedes leer por ocio sin sentir que está uno perdiendo el tiempo. Los ingredientes necesarios para vender tantos ejemplares sin perder la dignidad o engañar al lector con campañas abusivas y poco transparentes de marketing.

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