El egocentrismo de «El nombre del viento»

«Personajes brillantes y sólidos bien construidos»

«Mundo lleno de detalles que en ningún momento se hace aburrido»

«Estilo sencillo y cercano»

«No es la típica novela fantástica con búsqueda sin sentido y un dramatismo exagerado»

«No es la típica novela fantástica»

«Aventura inmensamente original»

«Inmensamente original»

«No es la típica novela fantástica»

«Típica novela fantástica»

«Típica novela…»

«Típica…»

No. Estas no son las opiniones de niños de doce años que no han tocado un libro en su vida más allá de Pedro Páramo porque les obligó su profesora de Lengua en el instituto —dije esta porque es la que me «obligaron» a leer a mí, no sé cuáles son las lecturas obligatorias de este año—. Estas son las opiniones de críticos y periodistas de medios de comunicación de «renombre», españoles y norteamericanos sobre el libro más sobrevalorado de la Historia posmoderna: El nombre del viento.

¿Mi teoría?

Que están más sobornados que Zaplana.

El nombre del viento es un libro mediocre que ha sido catapultado gracias a toda la basura literaria que se ha acumulado en el mercado. Cuando no conocemos la fuente, solo nos queda lamer del charco suelen decir y eso es lo que hacen los lectores en la actualidad: lamer del charco porque no saben ir más allá y contentarse con algo mediocre porque no han indagado en verdadera literatura.

Escribir puede todo el mundo. Contar historias es otro asunto. Y tiene gracia que la trama principal de este libro sea el contar cómo Cuouz, que no se nos olvide cómo se pronuncia, a ver, señores, que somos lerdos (Rothfuss no conocía el trap cuando hizo esta aclaración) se convirtió en una leyenda andante. Obvio.

PORQUE NO ES UNA TÍPICA HISTORIA DE FANTASÍA. QUE OS QUEDE CLARO.

viento 2

Vale. Primera cosa que tengo que decir a favor: en el momento en el que nos aclaran cómo tenemos que pronunciar el nombre de Kvothe ya sabemos al tipo de lector que busca su libro, al match perfecto. Al que tiene tan poca sesera que necesita que le aclaren cómo se pronuncia el nombre del héroe. Al menos sabe cerrar su target, oye.

Ah, no, perdonad, que no es un héroe. Si esto no es una típica historia de fantasía.

No claro. Es un tabernero modesto de nombre Kote que finge que no es un héroe.

Tremenda lógica el intentar vendernos que solo cambiándose el nombre a Kote ya dejan todos tranquilos a la leyenda andante, eh. Porque para qué vamos a buscar un nombre menos sospechoso. Toribio no es nombre de dios del sexo como es Kote. Y si se lo cambia a Eustaquio Avelino puede que Cronista no se dé cuenta de que en realidad es el asesino de reyes y vamos, el señorito está deseando contar su vida y miserias a alguien para que le laman y relaman el culo mientras él se fustiga con auto-odio típico de los que no son héroes en historias originales de la fantasía.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista se esconde en una taberna.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista es huérfano.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista es un ser prodigioso.

No es una típica historia de fantasía pero está ambientada en un mundo medieval.

No es una típica historia de fantasía pero la chica es el premio del héroe.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista tuvo un maestro.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista se enfrenta a un dragón.

No es una típica historia de fantasía pero el protagonista es de orígenes humildes.

Oh. Vaya. Menos mal que no es una típica historia de fantasía. Lo que nos hemos ahorrado.

A ver. Que a mí me da igual cuánto les hayan pagado a los señores de El PaísCinemaníawhatever. SÍ es una típica historia de fantasía. Vamos a ser sinceros. Eso no tiene que ser algo malo si se desarrolla bien y se hace entretenido. Los clichés son clichés por algo. El asunto es el cómo y no el qué, pero me parece muy rastrero que lo único que tengan para decir de esa novela es esa mentira, porque es reírse de los lectores que van a pagar porque les han dicho que no es una típica historia de fantasía.

Más allá de eso. Sí. A mí me parece el horror. Lo peor que he leído en mi triste y corta vida. Lo peor por encima de Crepúsculo. Sí. ¿Sabéis porque? Porque esto lo escribe un señor que da clase en la Univeridad de Wisconsin de nada más y nada menos que de Literatura, así que el nivel que yo le exijo a una persona con conocimientos de tal envergadura es un poco más que los que le exijo a una señora cuarentona que sueña con un vampiro brillando a la luz del sol. Que mucho nos reímos de los clichés, pero cuando los rompemos como es el caso de los vampiros brilli brillis, bien que nos reímos y nada decimos de los Cuouces que saben hasta imitar bien a un garrulo de pueblo.

Lo que escribió J.K. en la servilleta de un bar tiene más mérito que lo de este señor. De verdad. Él poseía muchos más medios y herramientas para hacer algo de verdad que no fuera la típica novela de fantasía y lo único que nos ha dado es un libro más kilométrico que mata arbolitos para absolutamente nada.

¿Estoy siendo cruel? No. Estoy siendo aséptica. Todos los escritores ponen cariño en su libro. ¡Normal! Es su libro. Les lleva trabajo, se implican emocionalmente. Se merecen respeto, pero no falsos halagos, porque escribir letra a letra una historia es algo que hace todo el mundo, tampoco hay que darle una palmadita en la espalda hasta cuando se tira un pedo, ¿sabéis? Forma parte del sacrificio de una profesión. Unos se pasan noches enteras escribiendo delante de su ordenador con amor y cariño y otros se meten en agujeros a metros bajo tierra para sacar carbón. Es lo que hay. Ni más ni menos.

Como ya partimos del hecho de que, bajo mi perspectiva personal, El nombre del viento me parece lo peor que uno se puede echar en cara, he cambiado la forma de hacer la reseña. Porque quiero ser justa de verdad y que una cosa no me guste a mí, no tiene que significar automáticamente que sea mala. A mí Kubrik me da pereza, pero no digo que era mal cineasta, porque la evidencia es real.

Por eso mismo, lo que de verdad me pregunto en esta reseña es: ¿hay algo en todo el libro que merezca la pena literaria? ¿Algo por lo que merezca ser alabado y perdonar todo lo demás? ¿Algo con lo que se demuestre que el libro es bueno y debería considerarse como un hito en el género? ¿Algo por lo que deberíamos decir: «para el carro, porque tiene esto y esto y esto y aquí demuestra su habilidad»?

Quiero deciros: yo me paso a Tolkien por el forro de ya sabéis. Era un señor machista, racista y religioso. Pero me lo paso por ahí porque no compartimos contexto ni cosmogonía. Eso no quita que entienda el momento en el que escribió sus libros, a quién los dirigió y porque y que teniendo en cuenta ese contexto, sea normal el machismo y el racismo y a pesar de todo diga que es buen escritor. Lo valiente no quita lo cortés. Sí, era un machista, pero decidió usar toda la mitología para crear un viaje del héroe en el que el héroe falla, porque en El señor de los Anillos, el héroe sucumbe a la corrupción. Otra cosa es que Sméagol hiciera de las suyas. Hay cosas que no se le pueden quitar.

Hombre, pues claro que en la película de Metrópolis se nota mucho el decorado y casi parece teatro, pero muchachos, ¿en qué año fue capaz Fritz Lang de desarrollar tremenda y oscura distopía expresionista? No lo puedo valorar igual que si valoro el expresionismo de Jarmusch. El género es el mismo, el contexto no. A eso vamos con Rothfuss.

Rothfuss escribió el primer libro a finales de la primera década de los dos mil. A mí no me la da con queso. Lo mínimo que puede hacer es construir oraciones que desde el punto de vista estético se puedan definir como literatura. A mí su prólogo de los tres silencios no me impresiona. Es su deber. Aspira a hacer literatura, no es Megan Maxwell.

Pero antes de ponerme a fusilar todas las cosas que he visto en ese libro que parece que todo el mundo ignora (oye, si alguien os ha pagado avisadle, que yo puedo escribir una reseña antagónica a esta por una módica cantidad de precio sin problema, eh), voy a contaros lo que saqué en claro tras el esfuerzo de releerme el libro en busca de cosas buenas objetivamente, que no tengan nada que ver con el gusto del lector. Porque el gusto del lector es cuestionable y eso no implica que porque te guste un libro, sea bueno.

Ahí lo tenemos. El cuerpo del delito. Los tiempos narrativos, el uso del tiempo en esta novela. Es lo único que se puede sacar de chicha que de verdad me parezca original y digno de mención. Porque a mí que me digan que un tipo que posa su culo en el asiento del profesor en una Universidad escriba bonito no me impresiona.

En El nombre del viento está la perspectiva de Kvothe, narrado en primera persona del pasado, de forma muy subjetiva, que esto es lo importante aquí y también en tercera objetiva. Pero vamos por partes. Vamos a eso de la subjetividad cuozcoquiana. El principal obstáculo con el que lucirse para Rothfuss. ¿Por qué? Porque se supone que tiene que narrar en un libro un relato oral. Oral.

ORAL.

O sea, nada de elocuencias, prosa poética, coherencia gramatical y sobre todo, lo más importante del estilo narrativo: nada de tener una estructura clara para el lector y directa. Tiene que haber paréntesis que no se cierren, quiebros, divagues. No tiene tiempo para pensarla, no la está escribiendo, no hay un guion. Solo tiene su memoria y han pasado años y no lo ha contado nunca antes.

¿Qué significa esto? Significa que debería acordarse de menos cosas de cuando era pequeño que cuando era adulto, que de lo que se acuerda de cuando era pequeño sea más intenso y emocional porque sí se le quedó grabado en la retina es porque es importante de algún modo para su cerebro. Que se líe con las fechas y tome referencias de un lado y de otro… Ah. Pero no, con Kvothe eso no pasa porque es un niño prodigio, un músico prodigio, un estudiante prodigio, un luchador prodigio, un amante prodigio, un tabernero prodigio, un bardo prodigio. Hombre, claro. Faltaría más. Que esto no es una historia típica de fantasía.

¿Pienso yo que cumplió con mis expectativas? Absolutamente no. No hay nada, pero nada de nada que diferencie la narración objetiva de la subjetiva. Es la misma voz la que cuenta. Y esto es importante, porque ya hablaremos del egocentrismo del autor, pero en cualquier caso: no hay ningún cambio que haga que te des cuenta que está narrando Kvothe. Parece que lo que me está contando lo está leyendo de una libretita que estuvo escribiendo la noche anterior, con tachones, correcciones y líneas temporales. Podría ser también un periodista prodigio.

La gracia de todo esto es que Cronista se lo señala: el transcribe y luego con tranquilidad lo ordena y lo pule para que sea consumible y nuestro niño prodigio poco típico se enfada y dice: ¡no! lo pones tal cual, no cambias nada. Y en lo único en lo que se nota que es una narración oral es en que enrolla más que las puñeteras persianas contándonos cómo mendigó por la ciudad. ¡Y nos da IGUAL!

No hay una transición del narrador omnisciente al narrador subjetivo. Solo un cambio de capítulo. Simple, sencillo, fácil. Una idea a la que podría llegar cualquiera. Y seguro que muchos han llegado y han escrito un libro así, porque a fin de cuentas, en el Posmodernismo, los cambios de narrador tiene mucha importancia. ¿Y sabéis que se nota además en el narrador omnisciente? Una ruptura de la cuarta pared totalmente innecesaria.

¿Para qué? Para recordarnos que se dice Cuouuuuzzzz anafalbetoooos de mieeeerrrrdaaaa (si pilláis la referencia, chocad que somos viejos). Porque se supone que me están contando una historia, no estoy viendo cómo se escribe el nombre de Kvothe, lo estoy escuchando y ya lo escucho bien pronunciado. Tiene sentido que Kvothe se lo aclare a Cronista cuando empieza con la transcripción pero no que nos lo digan a nosotros porque a tomar por saco la cuarta pared y hola consciencia de que los personajes saben que son personajes. ¿Creéis que lo hizo aposta? No lo sé, Rick.

No lo sé porque en ningún momento parece que eso cobre relevancia alguna. Y si en un futuro se desvela algo loquísimo que cambie las reglas de esta parte, me redimiré y cambiaré el discurso. Mientras tanto, afirmo que Patrick Rothfuss es de esos autores ególatras que tienen que meter el hocico en su propia obra para hacerse de notar.

Pero que este libro es el egocentrismo del señor hecho capítulos se huele a kilómetros. Hay flechas de neón que lo señalan en cada página. ¿Es algo recriminable? Bueno, hasta cierto punto no. Se pueden hacer cosas muy chulas dialogando con tus propios personajes, la verdad. Pero este no es el caso. No. Ni de broma.

Ya tenemos la parte en la que se nota que no es un narrador cualquiera el que nos cuenta el eje temporal del presente, sino que es el propio Rothfuss contando que hay un fulano que cuenta cómo Kvothe cuenta (es complicado, lo sé. Por eso la gente no se empana y lo pasa por alto). Pero también tenemos al para nada estereotipo del héroe, porque él no es un héroe, es un tabernero, Cuouz el precoz. 

Para qué voy a malgastar tiempo sobre el teclado pudiendo resumirlo todo en dos simples palabras que encierran tanta verdad: Gary Stu.

Vamos, esto no es algo que admita debate. Hasta los fanáticos más fanáticos de este libro se callan la boca cuando sale a colación el tema. Que ellos sean más intransigentes es otra cosa. Aparte de que Kvothe es un desecho de virtudes, este desecho de virtudes cae mal porque es un arrogante asqueroso. Un prepotente.

No hablemos del hecho de que cada poco se remarca que su taberna tiene poca clientela pero no sé, los héroes que no son héroes en las novelas no típicas de fantasía quizás se mantengan del aire. Lo mejor de todo que encima no es algo que se camufle, ¿eh? No, el propio Cronista se siente sorprendido al ver que Kvothe tiene chocolate y el tipo, tan humilde siempre le dice: «nosotros lo tenemos todo, papi». Se ve que cobra pensión vitalicia de héroe no héroe. O algo. Pero no nos lo dice para no ser un héroe.

Harry Potter es un Gary Stu y nadie dice nada porque es un tipo adorable y humilde. Pero Kvothe es la cosa más pedante y recalcitrante junto a Tyrion Lannister y Arya Stark que se haya podido crear jamás en la literatura. Kvothe nunca sufre porque sí, porque en la vida todo el mundo sufre. No. Si Kvothe sufre es para convertirse en el mártir, el santo patrón de los mendigos. Hasta se le da bien ser mendigo.

¿Qué intentó hacer Rothfuss aquí, una mezcla entre el Lazarillo de Tormes y Oliver Twist? Lo lamento, señor. No funciona cuando no se quiere humillar al personaje, cosa que sucede con mucha frecuencia con los otros dos. No se puede tener todo en esta vida. Esta es una historia lineal. Leer El nombre del viento es como intentar hacer surf más allá de las rocas: ERROR 404 NOT FOUND. No debería ser un libro. Debería ser teatro. Me da la risa cuando las críticas dicen que el mundo está bien construido. Vamos a ver.

El mundo de la saga de Geralt de Rivia está bien construido y comunicado. El de Juego de Tronos (a veces se pasa). Lo que hay en El nombre del viento no se debería calificar ni como libro, sino como decorado. Los personajes entran y salen según les compete para girar en torno al dios Kvothe cual satélites y parece que no han hecho nada a lo largo de su vida cuando no se les requería bajo el foco. CofcofDennacofcof cofcofAuricofcof.

No hay manera de descubrir nada que no tenga que ver con Kvothe, que lo deje bien o mal, que sea neutral o autónomo. No hay autonomía de nada. Los personajes solo se mueven como peones en un tablero de ajedrez donde Kvothe es el rey. Dónde hay un solo personaje que aparece por ahí, porque digo yo que no está solo en el mundo, haciendo su vida sin que le importe lo que le pasa a Cuouz el precoz. Los demás solo son simples PNJ. Así que si quieres, alabas al personaje como está estipulado y si no, cierras el libro.

Esto no tiene que ser nada malo en otra situación. Es solo que se van juntando cosas y cosas hasta formar un enorme y grande bostezo. Porque solo leemos El nombre del viento para ver lo genial que es Kvothe, cómo te lo recuerdan en cada página y presenciar el egocentrismo de Rothfuss. En el pecado va la penitencia.

Cuando me demuestra que utiliza tres tipos de narradores distintos (hola, tres silencios) y los entremezcla, me demuestra que es un tipo capaz y que si ha hecho esta historia así de mal es porque, me van a perdonar, pero es un señoro. Se nota cuándo escribe un señoro y cuándo no. No se necesita tener el olfato fino. No veo a Rothfuss capacitado para comprender que las mujeres se merecen algo mejor, incluso en el medievo —y que se lo digan a Sapkowski, que ahí están Ciri, Triss y Yennefer— que ser el premio del héroe. Porque no hay héroe hasta que salen las tetas.

Por ahí leí varias personas diciendo que lo aplaudían por el personaje de Denna. Ahí estaban, los pobrecillos, lamiendo del charco. Porque Denna no es nada más y nada menos que el premio que se va a llevar el héroe cuando lo dé todo para conseguir su propósito. Forma parte de la estructura del viaje del héroe. Porque es una historia de fantasía original. Lo que pasa que cuando uno es ignorante, se sorprende de que una mujer le dé plantón al héroe. El charco. El chaaaarco.

No hay nada que suceda y yo diga: «ahí hay machismo claro». Pero en este caso es más bien lo que no pasa. Hay un machismo latente, un no pensar en que el mundo en el que vive su personaje existen las mujeres más allá de su madre, la tía que quiere empalar y la niña que le va a dar el acceso a la biblioteca. Que no es el dios del sexo pese a ser virgen. Como digo, a Tolkien le podemos perdonar que no haya pensado en las mujeres, porque escribió subyugado a un contexto social muy diferente al de las primeras décadas del dosmil.

Como os reitero (estos sí que deberían pagarme) Sapkowski y George RR Martin, sin ir más lejos, escribieron sus novelas años antes, en los noventa y no cayeron en este vicio, lo que implica que si no lo ha hecho es porque o no le ha dado la gana o porque no ha sabido ni caído en la cuenta. Y eso le resta mucha calidad literaria, porque es no saber representar bien el mundo que ha creado. ¿O es que es un mundo donde solo viven los precoces y los señoros?

Leyendo En el nombre del viento, solo veo a un señor que le gustaría ser el propio Kvothe, con el que Luckács se pondría las botas, que vuelca sus fantasía en un libro. Se emociona, lo hace innecesariamente largo, añade relleno que solo importa para ensalzar y malcriar a su personaje, su alter ego, y que además, aburre a las piedras. ¿Cuántas páginas para llegar a una única escena de acción más bien definida como refrito?

Recuerdo que a medida que lo leía, un amigo, muy fan de los dos libros, me decía: «tú sigue leyendo que ahora viene lo bueno, es que es lento». Y yo respondía: «¡Jesús, me quedan cien páginas para terminar, dónde mierdas está lo bueno!» y contestaba: «en el segundo, ya verás».

Y según acabé la primera entrega, me empecé la segunda y llevaba cuatrocientas páginas y le dije: «Jesús, me has engañado, esto es un peñazo» y su argumento: «a ver, es que es en el tercero donde va a explotar todo ya verás».

Tercer libro que seguimos esperando. ¿Me equivoco?

El argumento es muy fácil. Sin un escritor necesita dos libros enteros de una extensión muy por encima de la media para que le veamos algo bueno y «mejore», es que no es tan buen libro. Porque una cosa son los libros de trama lenta y compleja, como, venga otra vez, Juego de Tronos, pero solo hace falta ver cómo Martin desarrolla las historias para entretenernos mientras coloca las piezas. Vamos a flipar con la guerra entre los muertos  y los vivos, pero por el medio, mientras se descubren intrigas y la historia nos lleva a donde quiere tenernos para la explosión dramática final (lo que se supone que esperamos también con Rothfuss), no entretiene y nos cuenta que hay personajes autónomos que hacen cosas, como los catalanesh.

Claro que esto en El nombre del viento no puede ser posible porque para que nos incluyan otras subtramas que nos desvíe la atención y nos embauque página a página, necesitamos que directamente haya personajes que hagan cosas por sí mismos lejos del alcance de Kvothe.

Un solo personaje. Uno solo y necesita unas dos mil páginas para contar su historia. Y no estamos hablando de que él sea el personaje en el que ponemos el foco para conocer un mundo entero (Geralt de Rivia). No, estamos hablando de que solo nos cuentan en exclusiva porque la gente ha convertido a Kvothe en una leyenda.

Spoiler: porque lo dice la polla de Rothfuss.

Vamos a cambiar de autores, que me siento mal por alabar tanto a los dos de siempre. Vamos a por Stephen King. Stephen King es otra persona que cuando escribe, se queda a gusto. It. trescientas páginas y no hemos llegado al primer punto de giro aún, todavía se desarrolla el planteamiento y como mucho, pasamos a la bisagra que une ambos actos. Pero Stephen en ese libro nos dibuja todo el espacio en el que se moverán los personajes. Nos habla de las apariciones del payaso, de la vida de los niños al convertirse en adultos, de hechos pasados a tener en cuenta. Se extiende porque es necesario para que entendamos la acción venidera pero mientras tanto, desarrolla y anuda subtramas para no cansinear.

Totalmente opuesto a El nombre del viento, que solo se enfoca en Kvothe, Kvothe, Kvothe y más Kvothe. Esa historia podría contarse en la mitad de páginas. Y por muy bonita que sea la narración, que la verdad, a mí no me impresiona, es como debería ser cualquier narración decente, se te termina haciendo bola tanta mendicidad y tanta Universidad y tanta tontería.

Si un libro es simple y sencillo, con el único objetivo de convertirse en una hamburguesa literaria rentable, se puede decir que bueno, que es que el autor lo ha hecho aposta así para vender y que sea comercial. Pero es que cuando me detengo en lo único por lo que se merece reconocimiento Rothfuss me doy cuenta de las virtudes y defectos que se tiene como autor. Es la magia de la literatura comparada y las teorías de Charles Mauron. Que te enteras de mucho más leyendo los propios productos artísticos que las opiniones compradas de supuestos expertos, ya filtradas y manipuladas. Siempre hay que ir al origen de la fuente y contrastar.

No me parece que Rothfuss haya hecho aposta nada de lo que está dentro de El nombre del viento. Me parece que ha querido hacer un personaje tan molón que ha terminado por quedarle una historia de mierda. Típico error de autor ególatra (autor, no persona, no confundamos, esto no es un ataque a él como persona) y ambicioso de principiante, que parece mentira que sea profesor de Literatura. ¿Nunca nadie le ha dicho que quien mucho abarca, poco aprieta?

Es gracioso porque en su día, me arrastraron a una firma de libros en Madrid y había cola de horas y horas. Y el tipo se quedó más tiempo y dijo que no se iba a ir de allí hasta que todo el mundo tuviera su libro firmado. Un amor de persona (o márketing, yo qué sé, no me interesa saberlo). ¿Qué gente vi en esa cola?

Adolescentes.

En cuanto acabe de escribir esto, voy a indagar si alguien le ha preguntado alguna vez a Rothfuss hacia qué público quiso dirigir el libro, porque a mí me parece que para uno adulto y terminó por funcionar en los adolescentes (no me gusta condicionar mi opinión antes de escribir la reseña). ¿Es esto relevante?

Por supuesto. Vamos a dejarnos de mojigatería y a ser realistas: los adolescentes tienen un gusto de mierda. Y no pasa nada. Es normal. No han tenido vida suficiente para estudiar, divertirse y encima apreciar la buena literatura. Aparte que la buena literatura se aprecia cuando uno ha desarrollado el sentido de la crítica y sobre todo, autocrítica, y con dieciocho años eso no es posible a menos que seas Cuouz el precoz o tus padres se afanen por cultivarte desde la cuna (benditos sean ese tipo de padres).

Si ha tenido tanta fama es porque los adolescentes consumen más literatura que los adultos, porque tienen más tiempo libre, pero que un enjambre de moscas entero acuda a la mierda, no significa que esa mierda sepa bien. ¿Es entretenido? Bueno. Depende de para quien.

Yo me lo leí hace años y me aburrió y no soy precoz. Otros de mis allegados disfrutaron como enanos, pero he aquí un apunte pequeñito que no quiero dejarme en el tintero: muy pocas mujeres me dijeron que les había gustado, muchos hombres que les había encantado y un montón de mujeres que les parece basura. Saquen conclusiones.

¿Ayuda a que adquiramos hábitos de lectura? ¡Bienvenido sea! ¿Mi primo de quince años se ha enganchado y eso ayuda a que tenga soltura en su expresión? ¿Tengo un viaje larguísimo y me gusta la fantasía? Se puede y debe consumir algo más que literatura de gafa de pasta y café del Starbucks (Tim Hortons en mi caso), pero tengamos las cosas claras y no engañemos cuando recomendamos.

El nombre del viento no es mal libro, porque cumple con los estándares (bajísimos, eso sí) de los lectores medios, acostumbrados a la infraliteratura y eso no lo convierte automáticamente en un buen libro.

PD: si alguien quiere leerlo, le regalo mi ejemplar. Ocupa un espacio hermoso del que no ando sobrada.

 

 

16 comentarios en “El egocentrismo de «El nombre del viento»

  1. Siendo sincera, no lo he leido, pero he escuchado todas las alabanzas. Voy a leerlo sólo para poder tener mi propia opinión, pero conincido contigo en muchas cosas que has puesto. Una lástima. Creo que si hubiera escrito una mejor historia con el mismo diseño que esta hubiera sido algo genial. Jugar con los tiempos y romper la cuarta pared no es malo si sabes usarlos. Saludos!

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    • Yo creo que un argumento tan trillado no hay forma de hacer que luzca más. No sé. Le tengo mucho asco a ese libro. En especial porque es larguísimo y odio los libros que son largos sin motivo xD Ya me contarás qué tal si lo lees 🙂

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      • Mi padre (que en paz descanse) me decía: el tercero va a ser una puta mierda lo sabes verdad? Así, sin pausas. Y coincido contigo en todo. Al principio te la cuela un poco pero huele a Gary Stu desde el segundo capítulo. Es un ñordo.

        La cosa es que sería pasable si tuviera la mitad de páginas. Pero así es un ñordo largo, pedante e insufrible.

        Me he reído mucho con tu crítica. ¡Muchas gracias por tomarte el tiempo de escribirla!

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  2. Admito que el primero me gustó, vamos tenía como 17, pero el segundo lo he dejado a la mitad tres veces. Lo mismo me pasa con los libros de Posteguillo, me parecen una lenteja. Y eso que la ficción histórica es de mis preferidas.

    Excelente crítica. Me has hecho pensar en que debo vender esos libros para conseguirme algo más de mi tipo.

    P.d: Por cierto, It a mí me parece lo mejor que ha escrito Stephen King.

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    • jajajajajaja reciclar libros es bien, así que me alegro.

      ¿Sí? La estoy leyendo ahora mismo. Pero me desespero porque llevo 500 páginas y me está pasando lo mismo que con Rothfuss: Stephen, deja de contarme gilipolleces y vete al grano xD Aunque sí se le ve más habilidad que a Rothfuss, todo hay que decir. Pero de todas formas, me está aburriendo muchísimo.

      De él solo he leído Mientras escribo, así que no tengo una opinión muy formada sobre sus libros. Quería leer Carrie, pero no sé si voy a leer más de este señor después de It. Como que ya he tenido suficiente.

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      • Lo mismo me pasa, las personas aman sus libros, pero a mí me cuesta seguirlos, ahora me encuentro leyendo cementerio de mascotas y no voy muy avanzada. Lo que me ha gustado es la sinceridad de sus personajes al narrar, los vuelve más humanos.

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  3. Sí. Si los personajes son de diez. Y su narración es buenísima… Pero es que se extiende demasiado. Cada vez que pienso que voy por la mitad y que ya me he leído lo que serían más o menos dos libros normales me deprimo jajaja

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  4. Tengo el libro en pdf y ni lo he leído, pero con todo lo que has dicho ya se que no lo tengo que leer.
    Aunque me da curiosidad saber porqué a muchos otros le interesa. Pero no sé…

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  5. Pues no leer un libro o juzgarlo sin haberlo leido… no lo digo por tu post, que me ha gustado aunque no lo comparto, si no por los comentarios de más abajo. En fin… Sin duda el que es un máquina en ficción es Sapkowski.

    Por cierto, yo creo que Kwothe miente, pero como esta contando su propia historia se echa flores. Muchos personajes de la taberna le llevan la contraria en cuanto a las historias que se cuentan sobre el mismo… no sé, una impresión.

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    • Hola! No creo que vayas a leer este comentario teniendo en cuenta que escribiste el artículo hace dos años, pero si lo haces, me quedo contento. La verdad es que no pude estallar más de la risa leyendote. Lo más gracioso de todo, es que me gusta mucho este libro y Rothfuss en general. Es más, estoy a punto de terminar por segunda vez El Nombre del Viento. Pero tengo que admitir que todo lo que escribiste es real, y espectacular. Esta reseña debería ser enseñada en talleres de literatura de todo el mundo. Soy de Argentina y pagaría para mostrar este artículo a los más fans del libro. Al principio no iba a leerlo, pensé en que tan solo iba a ser un poco de hate más. Y poco a poco tus palabras le fueron hipnotizando (y haciendo reir demasiado) hasta tal punto de leer todo y estar de acuerdo. AUNQUE eso no quita que le tenga cierto aprecio al libro (y no por eso tengo gustos de mierda ;))
      En fin, gracias por esto, fue una caricia al alma.
      Ah y creo que te amo ❤

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  6. Llevo 230 paginas leidas a mucho esfuerzo, de verdad estoy muy de acuerdo con que esta muy, pero muy sobrevalorado. Ya no es ningun secreto que el mercado literario se mueve como todo el resto, te venden lo que quieren venderte y los creadores pagan para eso. Solo vender importa. Lo mismo hollywod y el mundo de la musica. Lo terminare solo para tener mi propia opinion, pero claramente que un libro que en mas de 200 paginas no es capaz de interesarte es una mierda.

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  7. Es una novela fantástica y cumple perfectamente su cometido. Me encantaría leer una alternativa en vez de una crítica (en la que das algunos argumentos objetivos, y luego simplemente la echas por los suelos), pero claro, eso requeriría esfuerzo. A mi me encantó siendo un adolescente y años después me sigue gustando. Si con 25 años tengo gustos de mierda, pues eso será, pero a mi me gusta el genero fantástico y ningún otro libro me ha llegado a llenar tanto como esta saga. Ni George R Martin, ni Brandon Sanderson, ni Andrzej Sapkowski, entre otros. He disfrutado los libros de estos autores y de otros no fantásticos obviamente, pero ninguno me ha dejado con la misma sensación. Probablemente también por ser hombre y que me muestra la historia contada desde la perspectiva de un hombre, con la que poder empatizar mejor. Tengo curiosidad de que hará el autor con Denna en el tercer libro, porque es la que parece que oculta el mayor misterio en relación con los Chandrian (dudo que sea simplemente un premio). El uso de la simpatía («magia») y los nombres me parece muy original e interesante de leer también. Pero bueno, supongo que como la leí siendo un adolescente y ya entonces me gustó, mi opinión es una mierda. Ojalá Dostoyevski me enganchase igual, seguro que sonaría mucho más intelectual.

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