Hoy os traigo una de las mayores joyas que Netflix tiene escondida. No sé por qué, esta serie no ha tenido casi visibilidad. Bueno, en realidad sí sé el porqué, pero me resulta decepcionante que en Europa la hayan amordazado tanto por ese motivo, en especial porque se supone que somos la principal fuerza que pelea contra Donald Trump. Se supone, claro.
El tema es que Queridos blancos es una producción norteamericana original de Netflix sobresaliente pero que ha pasado muy por encima, sin pena ni gloria porque trata temas muy delicados desde una posición bastante reivindicativa que ha Donald Trump no le ha gustado nada y el presidente de Estados Unidos no ha dudado en hacerlo saber. Por supuesto, también ha tenido sus críticas buenas, pero ya sabemos quién tiene el poder aquí y lo que me ha sorprendido es que en Europa tampoco hayan hecho gran cosa por promocionar una serie bastante necesaria en el año en el que vivimos.
Queridos blancos se centra en exponer todas las caras de la discriminación que sufre la gente afroamericana en Estados Unidos, ejemplificándolo en las carnes de unos estudiantes universitarios de un lugar ficticio en el país. Es bastante explícita en cuanto a intenciones, pero al contrario de lo que pudo pasar por ejemplo con 13 Reasons Why, no alcanza el descaro. Se queda en el punto perfecto para ser crítica y una denuncia sin resultar pedante o innecesaria.
¿Lo peor de Queridos blancos?
La verdad es que no he podido encontrar nada que no me gustara. La vi del tirón, sin apenas descansar. En día y medio ya me había terminado la primera temporada. No hay nada que pueda recriminarle.
Lo único que quizás pueda decir, pero sin que sea necesariamente malo, solo como opinión personal, creo que a veces dramatizan demasiado las cosas y no me refiero a una dramatización diegética, hecha a posta, porque les interesa que los personajes exageren, que lo hacen, sino a algo extradiegético. A veces, parece que a los creadores de la serie solo les gusta quejarse y ya está.
En concreto, hay un momento que es puro cine al estilo francés en el que los personajes caminan mirando a cámara, igual que lo hizo Amélie en su momento, mientras se quejan de la cantidad de personas que se apropian de su cultura en el cine. Nombran a unos cuantos pero solo me acuerdo de Tarantino, porque me llamó la atención.
Les ofende que Tarantino hable de negros y los ensalce desde su punto de vista, centrándose sobre todo en las películas de Django y Jackie Brown y aunque la escena en sí es una maravilla audiovisualmente hablando, creo que eso está fuera de lugar. Es como si yo solo pudiera hablar sobre las mujeres españolas en la veintena y de nadie más en mis creaciones.
Claro que Tarantino no va a saber hablar de los negros igual que un negro, pero por esas mismas tampoco sabría hablar de las mujeres porque es un hombre y sin embargo, creo que lo hace bastante bien. Más que nada porque su intención es la de crear una historia de calidad, no reivindicar nada. Si le sale algo reivindicativo es simplemente porque viene en su código genético y es parte de su estilo, no porque la intención sea esa. Gabriel García Márquez escribió sobre las mujeres de Macondo y nadie se ha quejado, porque aunque no seamos parte de ese colectivo, también podemos hablar sobre él y no por ello nos estamos apropiando de su cultura.
Creo que simplemente lo han guisado tanto que lo han quemado y sobre todo, que no entienden al completo el cine de Tarantino, cosa más frecuente de lo que yo pensaba.
También creo que está visto desde una posición demasiado burguesa, pero no lo quiero calificar como algo malo, porque se supone que todo esto pasa en una de las universidades más prestigiosas de América, así que quizás sea intencionado. Por el momento, no lo han dejado del todo claro. Puede ser que quisieran criticar la discriminación desde los niveles más altos socialmente hablando y esa fuera la consecuencia o puede que quisieran centrarse en eso aposta. Por el momento, no me atrevo a confirmar nada.
¿Lo mejor de Queridos blancos?
Esta serie es muy curiosa, porque en general es muy posmoderna y de gran calidad. Sin embargo, no posee algo por lo que destaque demasiado. Algo que poder decir: “pues esto me ha encantado en especial”, porque todo es uniforme, todo está muy bien hecho.
La fotografía es preciosa, una de las cosas que más me ha gustado. Las interpretaciones también, sobre todo la de Samantha, las historias, las tramas, los decorados. Todo me ha encantado. Quizás a mí me haya gustado tanto porque se centran mucho en dos estudiantes, un chico que estudia periodismo y una chica que estudia comunicación audiovisual. Es como si fuera una serie hecha para mí.
En concreto, la forma que tienen de contar la historia es más que ingeniosa, porque como quieren hablar de todos los tipos de discriminación que se realizan en un entorno más o menos normal, puede resultar muy lioso si uno se lanza a la piscina sin más. De esta forma, cada capítulo está centrado en un personaje concreto. A pesar de que aparezcan todas las tramas, siempre, cada episodio seguirá más de cerca a la persona que toque en ese momento.
Por otro lado, la voz del narrador es bastante original. Le aporta ese punto sarcástico y le añade algo de claridad a una historia que podría resultar liosa y sobre todo, que se podría malinterpretar. Añadiendo esa voz over, no hay lugar a equívocos.
Lo que sí puedo destacar fuera de las cosas de producción y realización es que no es una serie victimista. No es “pobres negro, mirad como los discriminan”. Es muy imparcial con ambos lados. En varios momentos se puede observar cómo también son bastante críticos con los negros. Les muestras en conductas que tampoco ayudan a que no les discriminen y en momento en los que dramatizan demasiado lo que les sucede. En ese aspecto, es muy de fiar, porque se nota que han sido honrados consigo mismos a la hora de crear esa serie y en norteamerica eso no es muy frecuente.
Por úlimo, algo que me ha encantado, un detalle pero que me dibujó una sonrisa son los homenajes cinéfilos que hay a lo largo de toda la ficción. Se nota que lo han hecho personas que saben de qué va la cosa y probablemente sean un reflejo de Samantha, esa chica reivindicativa y estudiante de comunicación audiovisual, con un programa de radio propio. Tarantino, Ingmar Bergman, Goddard, Akira Kurosawa, todos tienen un pequeño hueco, ya sea en el diálogo, en un póster discreto en la pared o una crítica despiadada.
Valoración conjunta
Queridos blancos es una serie hecha para los millenials, para que reflexionen. Es compleja porque es muy fácil equivocarse con ella e interpretar lo contrario a lo que quieren los creadores que pensemos. Muchos han creído que se trataba de una crítica a la era Donald Trump, pero en verdad se trata de una retrospectiva del periodo Obama.
Esta serie primero había sido una película independiente, con la misma temática y algo más descarada. En Netflix, a pesar de que es explícita, la han rebajado y dulcificado bastante, por eso, para quedarse con el mensaje completo es bastante recomendable ver la película original.
No parezco muy entusiasmada a la hora de hablar sobre ella como pude hacer con Sense8, soy consciente. Sin embargo, he de decir que es una de las mejores series que he visto en Netflix y creedme, que he visto pocas series buenas por el momento. Queridos blancos se posiciona en un lugar muy alto. La protagonista, Samantha, es completamente adorable.
También puede que no me haya sentido del todo implicada porque soy una persona occidental que no tiene que lidiar con esas cosas pero me he sentido bastante identificada en lo que a apropiación cultural se trata, así que puedo decir de primera mano que describe de una forma maravillosa no solo la manera que tiene la cultura de masas de absorber todo cuanto se encuentra a su paso, sino también los sentimientos que eso provoca.
Queridos blancos es una serie hecha para las personas que han experimentado alguna vez algún tipo de discriminación, que se han sentido diferentes.